Manifiesto

MANIFIESTO DEL BESTIARIO DE LA LUZ INTERNA

Por los cuerpos que sueñan, por los ojos que arden, por el alma que muta

I. PRIMERA LLAMA: LO QUE VEO NO ES LO QUE ES

Mi arte no busca representar el mundo, sino desenterrarlo.
Lo visible es apenas una piel. Yo pinto lo que se arrastra debajo,
lo que nos mira desde el otro lado del ojo,
lo que no tiene nombre pero habita.

II. TODO LO VIVO MUTA

Cada figura que nace en mi obra está en tránsito:
de humano a animal, de sombra a astro, de herida a corona.
No hay forma estable.
Las líneas tiemblan, las bocas son alas,
los cuerpos se derraman porque la verdad no es sólida.

III. LLORAR ES UNA FORMA DE MIRAR

El ojo que llora en mis bestias es sagrado:
no llora por tristeza, sino por revelación.
Es un ojo que ha visto demasiado.
Que sangra luz.
Que se abre para absorber el mundo sin filtros ni dogmas.

IV. LA MITOLOGÍA NO ESTÁ MUERTA

Yo no narro mitos antiguos.
Los devoro. Los transformo. Los rehago con mis tripas.
Leda, Apolo, los jinetes, los raptos:
son máscaras nuevas para los mismos enigmas eternos:
el deseo, la muerte, el poder, el éxtasis,
la criatura que somos por dentro.

V. NO CREO EN LA BELLEZA LIMPIA

La belleza está en lo inestable.
En el grito que no se escucha.
En la flor que tiene un diente.
Mis colores no buscan calmar: buscan despertar.
Porque despertar duele.

VI. LA OSCURIDAD BRILLA

En la tercera visión, en el descenso al abismo,
descubro que la luz verdadera nace del interior de la sombra.
El arte no es huida, es descenso iniciático.
Y el que baja, si no se rompe, regresa coronado de sí mismo.

VII. EL CUERPO ES UN TEMPLO SURREAL

Cuerpo-animal, cuerpo-planta, cuerpo-divinidad.
El cuerpo en mi arte es territorio mágico,
ni binario, ni domesticado.
Es altar, es portal, es lengua secreta.
Allí ocurren las visiones. Allí repta la metamorfosis.

VIII. PINTAR ES CONVOCAR

Cada obra es un conjuro.
Una ceremonia sincrética entre lo arcaico y lo actual.
Pinto para convocar al espectador a su propio espejo mutante.
Para decirle:

Tú también eres bestia.
Tú también tienes una flor en el cráneo.
Tú también puedes ver con el ojo que llora.

IX. LA LUZ INTERNA NO PIDE PERMISO

No soy pintor de lo bonito.
Soy un médium de lo que quiere manifestarse.
Mi bestiario es un espejo para almas salvajes.
Mi arte, un altar para lo que no encaja.
Mi misión: incendiar lo visible para revelar lo esencial.